Un hombre generoso, cercano, sensible, comprometido hasta diría mágico así es el viticultor José Luis Mateo García que hace ya unos 23 años junto a su padre comenzó este apasionante romance de recuperar unos viñedos viejos para elaborar unos vinos sin ataduras, libres, sinceros, que reflejen la autenticidad de sus fincas y clima.
Ningún otro viticultor del valle de Monterrei trabaja a un nivel tan alto las variedades autóctonas como él, artífice de una excepcional línea de vinos de multitud de micro parcelas en las que ha sabido descubrir la cara desconocida de los vinos de la región.
En sus fincas de unas 14 hectáreas de laderas inclinadas de suelos de granito, cuarzo y arena en algunos casos inaccesibles como A Trabe, Finca Notario, Finca Muradella, sorprendentes parcelas que poseen, una gran diversidad de variedades autóctonas de las que merecen ser mencionadas en blancas: Dona Blanca, Treixadura, Verdello y Monstruosa de Monterrei y en tintas: Bastardo, Caíño Redondo, Mencía, Caiño longo, Zamarrica, Brancellao, Sousón, Tinto Serodio, Garnacha tintorera, Tinta gorda y Trincadeira.
Su filosofía es la de los viticultores de antaño que el vino se hace en las viñas y el hombre solo puede echar una mano. Todos los trabajos que se realizan son manuales respetando el medio ambiente, no usa ningún producto químico como fertilizantes, herbicidas o tratamientos contra enfermedades simplemente sigue procedimientos naturales para conservar todas las características propias de la tierra y su entorno.