domingo, 11 de diciembre de 2016

Fazenda Prádio

Los vinos se pierden en el tiempo casi  hasta ser olvidados, sólo es eterno el lugar, el mismo paisaje. Los viñedos  de Fazenda Prádio  son reinterpretados desde el año 2013  por Javier Seoane 3ª generación, nacido en A Peroxa  y dedicado a cultivar  las fincas de la familia.

Javier realizó  una transformación impecable en el viñedo, con un principio de arduo trabajo, además de ir ganándose poco a poco la confianza de la familia, porque eso de intentar hacer vinos naturales y injertar cepas de mencía por  brancellao y Merenzao es cosa de locos.

Me gustan los vinos de la gente loca que tiene una especie de rotura con lo civil para estar más cerca de un mundo verdadero, consciente con la naturaleza y con un sentido de pertenencia del lugar.

En la quesería R S conocida por los amigos como "quesería los angelitos", se celebró una cata dirigida por Javier y Boris en la que degustamos todos los vinos que elaboran en Fazenda Prádio. No dejó a nadie indiferente, vinos para detenerse, con mucha personalidad, equilibrados  y muy accesibles al paladar.

Podría hacer una narración  agradecida del vino que más me gustó "Prádio 2013 Merenzao y Brancellao",  me gustaría reivindicar su extraordinario vino tinto "Prádio Mencía"  el vino conocido popularmente como joven .

Fazenda Prádio como casi todas  las bodegas elaboran un vino joven, que se vende por copas en las tabernas, siendo este el contacto más cercano con los consumidores. Por ese motivo debería ser igual de bueno como el de precio superior. Las bodegas tienen que  hacer un esfuerzo para dignificar el vino común, eso ayudaría que más gente compre las elaboraciones más complejas que suelen ser de mayor costo ya que es una pena que éstas se tengan que vender casi todas en el extranjero. Dejo esta reflexión para que el vino del año sea la grandeza de lo cotidiano.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Lonxe 2014

El verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos, sino en tener nuevos ojos. Marcel Proust.

Javier Monsalve, en el año 2007 elaboró su primer  vino Eloi Lorenzo, desde entonces sus días comenzaron a ir mucho más de prisa, en cierto modo siguiendo el ritmo que marca la sociedad de hoy. La aceleración y el vino no son compatibles.

Después de la vendimia 2013 Javier toma la decisión  de parar con tanta velocidad, escoge la senda de la lentitud y la calma, una vuelta a sus raíces que hace que todo vuelva a tener sentido. Abstraerse en las cosas simples que tiene a su alrededor es una manera de reinventarse, algo así como un viaje interior para volver con una  visión más  asentada en lo cotidiano de la tierra y la familia.

En ese retorno a Javier le pasan dos cosas muy buenas  que lo  motivan y le hacen afrontar el futuro con nuevas ilusiones, se le une a su proyecto su primo Julio Monsalve y el hallazgo de una  resplandeciente finca en Toen de 3,5 hectárea de viñedo de 10 años de edad con la que  conjuntamente empiezan  a soñar con proyectar su nuevo vino Lonxe.

Lonxe 2014, emerge de mirar con nuevos ojos la vida, con una perspectiva de ir lejos, una especie de provocación  que nace del silencio para reivindicar su compromiso y su buen hacer. Con finura y gran fuerza expresiva.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Fazenda Agrícola Augalevada, Viticultura con los pies en la tierra

*Artículo realizado por Daniel Marín, publicado en la edición impresa del periódico La Región de Ourense día  06/08/2016.

Es un placer comenzar mi sección un mensaje en la botella, presentándoles un proyecto muy especial de esos qué empiezan con una linda historia de amor, Fazenda Agrícola Augalevada se ha ido proyectando desde que Liliana Fernández y Iago Garrido se conocieron cursando ingeniería agraria en la facultad de Ourense, poco a poco han ido formando una familia haciendo realidad sus ilusiones de ser hacedores de vinos.

Fazenda Agrícola Augalevada se encuentra ubicada en la localidad de Rioboó Cenlle. Siguiendo la discontinua carretera que deja atrás el histórico Monasterio de San Clodio, se distingue una verde ladera, de sentimiento muy armónico, que brota de la contemplación del paisaje de viñedos junto a vacas, ovejas, cabras y una pareja de simpáticos perros Mastines, por todo ello se puede intuir cuál es su manera de interpretar el vino.

En la cima se encuentra la bodega perfectamente integrada con el entorno.Entre  viñedos baja un pequeño río que divide la finca en dos partes que los lugareños más longevos mencionan como “Augalevada”, este es el nombre que eligieron para que los represente y sobre todo simboliza su vínculo con el lugar.

El anhelo de Liliana y Iago empieza a tener forma cuando en el año 2009 plantan en su finca de 2,5 hectáreas las más diversas variedades autóctonas del Ribeiro. Cuatro años después construyeron la bodega, elaborando la primeros añada de vino blanco.

Fazenda Agrícola Augalevada, es un proyecto de raíces muy profundas donde los tiempos los marca la naturaleza. La filosofía de trabajo de Iago es agricultura ecológica, no es nada extraño, es una vuelta atrás como lo hacían nuestros abuelos, con un viñedo equilibrado, con todos los microorganismos que forman parte de un suelo vivo.

Iago, pone el acento en la palabra “comienzo”. Su búsqueda es hacer vinos con alma, donde el clima se pueda sentir. En la bodega está todo condicionado para trabajar por gravedad, las uvas fermentan de manera natural en ánforas de 500 litros, cada punto del viñedo se trabaja de manera especial. Está continuamente haciendo pruebas, elaborando de diferentes maneras, para comprobar las múltiples expresiones de su finca, tanto es así que tiene enterrada en el medio de la finca al aire libre una ánfora de 500 litros en la que elaboró un vino blanco fermentado con las pieles de las uvas y luego macerado durante 10 meses, un pequeño atrevimiento que hace suspirar de emoción a todo profesional que visita su bodega.

Siempre se habla y se escribe de la historia, cuando pasan los años y quizás ya nadie recuerda sí fue real. En mi caso trato de ser moderado y no me gusta hacer predicciones  con el vino donde la naturaleza es la que manda. Pero les puedo asegurar que el proyecto Fazenda Agrícola Augalevada, es de esos nacidos para reconducir la historia.

sábado, 7 de mayo de 2016

Preguntitas a dios

Sí bien hablar de vinos es como hablar de la vida y el criterio de que es lo mejor tiene mucho de subjetivo y emocional, cada cual  disfruta según sus referencias culturales y sobre todo del  momento.

Llevo dándole vueltas hablando con amigos,  sobre cuál es la identidad del terruño y de cuánto tiene de importancia la intervención humana en el viñedo, podría poner como modelo los vinos de José Luis Mateo y seguramente no abría debate ya que lo que él consigue con sus elaboraciones  en Monterrei, no lo logra nadie.

La idea  no es criticar a nadie, sólo faltaba, es simplemente que haya diálogo y despejar algunas cuestiones sobre la identidad. Nos situamos en la región histórica del Ribeiro, es obvio que cada finca es un mundo tanto por  condiciones de suelo, clima y filosofía del viticultor.

Por  ejemplo los  indiscutibles vinos blancos de Luis Anxo Rodríguez y el  gran Issué  2009 del viticultor de estilo libre Bernardo Estévez, siguiendo por lo que se está proyectando en Rioboó  en la bodega de Iago Garrido, son creaciones que no tienen similitud con nada de lo que se haya elaborado antes, labriegos que escapan de hacer vinos homologados que seguramente hasta el catador más experimentado le sería difícil situarlos como vinos blancos del Ribeiro,  por eso hago esta reflexión.

Estas interpretaciones ponen en duda la desgastada frase de “este vino es el reflejo de  mi finca”, demostrando que el término de la identidad puede ser algo confuso y demuestra  que cada identidad tiene mucho de subjetivo ó  de reconstruido  quizás  para vender  un presente.
Rioboó finca Augalevada
En los prolongados encuentros con  Bernardo y Iago sobre  sus vinos, todas sus explicaciones se sostienen en el viñedo, en la forma de trabajar y de interpretar su lugar, el clima y la lentitud, siempre poniendo el acento en la palabra principio. Mucho no aclara mi reflexión, quizás esta histórica comarca aún esté en un comienzo de mostrar su diversidad y sobre todo el gran potencial que se oculta entre sus viñedos, paisajes, ríos y gentes.

domingo, 3 de abril de 2016

Sólo palabras

Qué me quieren decir…cuando en la etiqueta señalan las desgastadas palabras de selección de la familia, reserva seleccionada, pago seleccionado, vendimia seleccionada, cuvée especial, autor, añada especial o single vineyard.

Son menciones que no dicen nada  y que se han establecido como una especie de sello de calidad  superior que en la mayoría de los casos no se aproxima a su contenido.

Es como si se tratara de distraer aún más a un consumidor que cada vez está más alejado de la realidad del vino. Deberíamos hacer que el vino sea la grandeza de lo cotidiano, ya que representa emociones fugaces que sobrepasan el contenido de una botella, que nos hace viajar a territorios imaginarios,  palpar el esfuerzo e ilusiones de sus creadores, nos une y  lo más importante nos da placer.

jueves, 3 de marzo de 2016

Tinto Carlón

 El conquistador Español: Tinto Carlón.


Tu nombre me recuerda a vino, “Benicarló”  es  un pequeño pueblo situado en  la costa norte de la comunidad Valenciana perteneciente a la provincia de Castellón,  donde por antaño se elaboraba  el célebre vino de uvas Garnacha   “Tinto Carlón”   donde en países como Argentina se convierto en el emblema vinícola  Español.

Sus cifras hablan por sí  mismo  en el año 1890  se llego a exportar en Europa y América 17 millones de litros por año, pero su historia  como  uno de los vinos Españoles más internacionales comienza  en el siglo XVI cuando en todas las colonias de  América latina se había  prohibido el cultivo de la vid,  desde España se abastecía  con vinos de Rioja a la sociedad más rica e influyente y para las clases más humildes, el vino de Benicarló.

Tinto Carlón era un  vino de alta concentración de alcohol sobre 16%  grados,  su intensidad hacía que los consumidores al beberlo lo suavizaran  con unos cubitos de hielo, soda o agua, para hacerlo más placentero, se comercializó en Argentina durante 4 siglos,  disminuyendo su distribución en Sudamérica con la plaga de la filoxera en España sobre el año 1900.

Su  popularidad era tal que  no había tanguería  o  taberna Porteña que no tuviera una jarra de vino de Benicarló, pero lo fascinante de esta historia es de  como llegó a ser parte de la idiosincrasia  de países como Argentina,  tanto es así que bodegas de las regiones vinícolas de Mendoza y San Juan producían vinos  y los vendían con el nombre de  “ Tinto Carlón”, el sentir popular  por este estilo de vino era tal que aún en la actualidad bodegas de países como  México o Argentina siguen  comercializando de manera casi nostálgica el afamado vino  Tinto Carlón.